Como todas sabemos, una de las partes de nuestro cuerpo que más debemos de cuidar para lucir una silueta esbelta y dar prominencia a la cadera y al busto es la cintura, por lo que desde hace mucho tiempo se han utilizado distintos métodos para mantenerla a raya e incluso reducirla más de la cuenta.
Esta manía por tener un talle diminuto proviene desde la antigüedad, cuando mujeres de grandes civilizaciones como Grecia, Mesopotamia y Egipto utilizaban prendas especiales para levantar y sujetar los senos a la vez que afinaban la cintura, sin embargo, no fue sino hasta el siglo XVI que comenzaron a confeccionarse los primeros corsés con la forma en que hoy los conocemos.
El éxito de esta prenda llegó a finales del siglo XVII y continuó durante casi todo el XVIII, cuando se popularizó la famosa cintura de avispa, término que alude a las formas de este insecto volador cuya unión entre abdomen y tórax es casi inexistente.
Recientemente, diversas personalidades de la farándula han vuelto a poner de moda el uso de fajas para modelar la figura e incluso afirman que el portarlas con regularidad ayuda a que el cuerpo adquiera definitivamente esa forma de reloj de arena tan anhelada por muchas mujeres.
No obstante, esta técnica, denominada “Waist Training”, carece por completo de fundamentos científicos y puede traer consigo daños a la salud, tal y como sucedía con el uso excesivo del corsé, que no sólo provocaba desmayos y falta de aliento a quienes lo usaban, sino que a la larga deformaba la cavidad pulmonar y ocasionaba el desplazamiento de los órganos internos de manera contranatural.
Las fajas actuales, por su parte, pueden provocar flacidez de los músculos abdominales, afectaciones al funcionamiento de los órganos internos y compresión del nervio femorocutáneo, por lo que la mejor manera de tener una cintura de avispa es llevar una buena dieta y realizar ejercicio.
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Alimentarse sanamente, consumiendo pocas grasas y carbohidratos, es una forma de evitar la formación excesiva de tejido adiposo en el abdomen, el cual también podemos ejercitar con rutinas específicas que ayudan a darle tono y fuerza, como las planchas y abdominales.
Sin embargo, esto no asegura siempre la reducción de tallas, pues estamos hablando de una zona en la que es muy fácil que se acumule grasa y piel, por lo que una pequeña subida de peso o un embarazo pueden significar la pérdida de un talle fino que será muy difícil de recuperar.
Afortunadamente, existen tratamientos estéticos no invasivos como la cavitación, el drenaje linfático corporal y la lipocavitación, con los cuales puedes eliminar grasa de forma segura y tornear partes específicas de tu cuerpo, logrando obtener una cintura esbelta y mantener a la vez un busto abundante y unas caderas redondas.
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