Todos hemos escuchado que los lácteos son una fuente muy importante de nutrientes y minerales como el calcio, y es parte de nuestra dieta desde que somos muy pequeños, prácticamente dejamos de tomar leche materna y pasamos a consumir leche de vaca y otros productos derivados como queso y yogur.
Sin embargo, en los últimos años es más común escuchar que los lácteos son dañinos para la salud y nuestra figura, por lo que hoy aclararemos esta idea. ¡Comencemos!
Se estima que 75% de la población en el mundo padece intolerancia a la lactosa, que es el azúcar presente en la leche, padecimiento que consiste en una incapacidad de digerir la lactosa y que puede ser temporal como consecuencia de enfermedades del intestino delgado, sin embargo en la mayoría de los casos es genética e irreversible.
Cuando nacemos, los seres humanos somos capaces de digerir la lactosa ya que está presente en altas cantidades en la leche materna, alimento esencial que aporta la mayor parte de calorías durante los primeros meses de vida, y esto es gracias a la lactasa, enzima presente en el intestino delgado que degrada a la lactosa en dos azúcares simples: glucosa y galactosa.
Con el destete, la producción de lactasa disminuye y con la edad esa disminución se acelera, lo que provoca que los adultos sean cada vez menos capaces de digerir productos lácteos.
Las personas que no pueden digerir la lactosa experimentan dolor abdominal, cólicos, inflamación del vientre y gases. Sin embargo, el grado de disminución de lactasa varía de una persona a otra, y se acentúa en diferentes etapas de la vida por lo que los síntomas pueden ser más o menos pronunciados e incluso pueden pasar desapercibidos.
En México, más del 50% de la población es incapaz de digerir la lactosa, mientras que en Europa muchos adultos mayores siguen produciendo lactasa, y se cree que esto se debe a factores genéticos.
Los europeos consumían lácteos desde varios siglos atrás debido a su larga historia de crianza de animales productores de leche, mientras que los mexicanos conocimos este producto después de la llegada de los españoles, y la dieta de nuestros ancestros se basaba en vegetales, hortalizas, frutas y carnes que se encontraban en su entorno.
En general, los productos lácteos sin azúcares añadidos como la leche, el queso y el yogur natural ayudan a reducir el riesgo de cardiopatías, diabetes, accidentes cerebrovasculares y mantener sanos a los huesos. Sin embargo, si causan inflamación u otro síntoma antes mencionado, es importante dejar de consumirlos u optar por productos sin lactosa ya que podrías tener el abdomen distendido, sentir pesadez y otros problemas metabólicos.
Ahora bien, si consumes productos sin lactosa, procura revisar las etiquetas porque suelen tener una cantidad mayor de azúcar, por lo que debes consumirlos con moderación para que no veas un aumento de peso.
En resumen: si no tienes intolerancia a la lactosa y te gustan, consume tus productos lácteos favoritos con moderación; y si tienes síntomas de intolerancia, evita su consumo u opta por productos sin lactosa pero revisando la información nutricional de la etiqueta para que no te excedas en azúcar.
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